viernes, septiembre 08, 2017


El país de los Sueños

Un Camino que asciende
por la ladera de un monte.
El dulce susurro del viento
que agita ramas, mece hojas.
Hojas que crepitan perturbadas
al paso de mi extraña montura
de hierros que emiten chirridos,
quejumbrosos y extraños sonidos,
inseparables compañeros
que emanan de la espesura

De pronto, una fuente!
Una verja! una borda!
Vestigios de humana presencia
Audaces referencias rompen
la monotonía de un paisaje
tan salvaje como inhóspito.
Pequeños refugios: promesas
de un destino cierto.

 Y el Camino que ora ascendía
da paso a una extensa llanura
de apacibles vacas habitada.
Me miran sorprendidas,
por mi extraña intrusión
curiosas o quizás alteradas,
más poco dura su estupor
y a su pastar lento sosegadas
se entregan y olvidan
mi presencia perturbadora

Prosigue el Camino recortado
por el intenso azul de un cielo
de aborregadas nubes poblado
que vuelan como etéreos castillos

Prosigue su ascenso condenado
a un abrupto final, tras un collado,
se precipita el abismo …

Ante mí, el paisaje,
pintado sobre un lienzo irreal,
detenido en el tiempo, inmóvil
hileras e hileras de montañas
de rocas, pastos … y sueños
lugares inaccesibles, lejanos
barridos por los vientos

Cierro los ojos
y vuelo entre nubes
en pos de mundos vacíos
carentes de nombres
por lejanos caminos
nunca antes hollados

Una densa bruma
me envuelve …
y no veo Camino,
ni árbol, ni piedra,
ni realidad tangible alguna
¿Dónde estás?
¿Dónde estoy, Dios mío?
Siento frio …

Se abre un resquicio a la esperanza …
Tras la espesa niebla, se atisba la luz
que da forma a una sombra difusa.
Siento miedo …

La sombra se transforma en un corcel
robusto, de castaño pelaje, que se acerca
y se detiene ante mí.

Siento mi mano extenderse,
acariciar el rostro del bello animal.
Siento mis brazos en torno a su cuello
y estoy en su grupa, surcando el cielo
volando entre nubes de sueños

Abro los ojos,
inicio el descenso