El país de los Sueños
Un Camino que
asciende
por la
ladera de un monte.
El dulce susurro
del viento
que agita
ramas, mece hojas.
Hojas que
crepitan perturbadas
al paso de
mi extraña montura
de hierros
que emiten chirridos,
quejumbrosos
y extraños sonidos,
inseparables
compañeros
que emanan
de la espesura
De pronto,
una fuente!
Una verja!
una borda!
Vestigios de
humana presencia
Audaces
referencias rompen
la monotonía
de un paisaje
tan salvaje
como inhóspito.
Pequeños
refugios: promesas
de un
destino cierto.
da paso a
una extensa llanura
de apacibles
vacas habitada.
Me miran
sorprendidas,
por mi
extraña intrusión
curiosas o
quizás alteradas,
más poco
dura su estupor
y a su pastar
lento sosegadas
se entregan y
olvidan
mi presencia
perturbadora
Prosigue el
Camino recortado
por el
intenso azul de un cielo
de aborregadas
nubes poblado
que vuelan como
etéreos castillos
Prosigue su
ascenso condenado
a un abrupto
final, tras un collado,
se precipita
el abismo …
Ante mí, el
paisaje,
pintado sobre
un lienzo irreal,
detenido en el
tiempo, inmóvil
hileras e
hileras de montañas
de rocas,
pastos … y sueños
lugares
inaccesibles, lejanos
barridos por
los vientos
Cierro los
ojos
y vuelo
entre nubes
en pos de
mundos vacíos
carentes de
nombres
por lejanos
caminos
nunca antes
hollados
Una densa bruma
me envuelve
…
y no veo
Camino,
ni árbol, ni
piedra,
ni realidad
tangible alguna
¿Dónde
estás?
¿Dónde estoy,
Dios mío?
Siento frio …
Se abre un
resquicio a la esperanza …
Tras la
espesa niebla, se atisba la luz
que da forma
a una sombra difusa.
Siento miedo
…
La sombra se
transforma en un corcel
robusto, de
castaño pelaje, que se acerca
y se detiene
ante mí.
Siento mi
mano extenderse,
acariciar el
rostro del bello animal.
Siento mis
brazos en torno a su cuello
y estoy en
su grupa, surcando el cielo
volando entre
nubes de sueños
Abro los
ojos,
inicio el
descenso
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